domingo, 8 de mayo de 2016

Camino hacia el futuro

Si me preguntan una razón de por qué elegí mi carrera, no creo poder dar una respuesta concreta, sin embargo el hecho de visualizarme como médico me causa emoción y cierto escalofrío. Desde muy chica en mi mente estuvo la idea de que en un futuro haría algo que la mayoría de la gente no hiciera, y se podrán preguntar "Entonces...¿Por qué medicina?". Lo cierto es que a pesar de que la demanda en estudiar esta carrera va aumentando exponencialmente los últimos años creo que es una carrera la cual tiene una amplia gama de divergentes, que me permiten tomar el camino que más me plazca sin sentirme restringida.

Recuerdo todo el proceso de admisión y la incertidumbre de saber si podría obtener un lugar, recuerdo verlo como imposible y recuerdo obtener una completa satisfacción al recibir la noticia del resultado anhelado. La universidad en sí fue un cambio un tanto radical para mí, los métodos de enseñanza eran muy diferentes, la manera de estudiar era muy diferente y en realidad todo lo veía de manera diferente. Lo más amargo de la "iniciación" fue la frustración, la desesperación de no poder comprender nada en absoluto y no poder avanzar, la frustración de ver como todos tenían progreso y que a pesar de poner todo mi empeño no obtenía ningún buen resultado en absoluto. Si me piden una palabra para describir como me sentía, sería: Tonta. Poco a poco, acepté que no siempre se puede ser el mejor, ni tampoco siempre se puede obtener los resultados esperados, pero comenzaba a comprender que el camino largo era el mejor y si tenía que vivir el trago más amargo lo haría, pues cuando se presentará una oleada dulce la podría distinguir.

Concluí primer semestre y me sentí victoriosa, segundo semestre lo comencé con la experiencia anterior, sabía en que consistía la rutina habitual y me sentía mucho más segura en todos los ámbitos. A pesar de ésto, el miedo depositado en mí por comentarios al aire estaba vigente, lo que creí podría afectarme no fue lo que lo hizo. Jamás había dudado sobre esta hermosa profesión, sin embargo, una vez más cuando insertas todo tu esfuerzo y no existe resultado alguno, comienzas a cuestionarte si estás en el lugar correcto. Este semestre lo titularía "Espada de dos filos". Por un lado me sentía en el precipicio, pérdida y sin rumbo, me cuestionaba a mi mísma si tenía lo necesario para continuar, podría ser que solo fuera un aferramiento por mi parte y que tal vez mi lugar estaba destinado a ser en otro. Por otro lado, viví experiencias muy divertidas y reconfortantes con mis compañeros, mis futuros colegas. Representaron un gran pilar para mí y por un momento mis penas internas y mis miles de pensamientos en círculos desaparecieron. De cierta forma, sentirse apreciado por los demás te da ánimo por continuar y tal vez ni se imaginan el impacto que hubo en mi gracias a ellos, pero su apoyo siempre lo percibí como incondicional. 

Cuando todo parecía mejorar, en varias ocasiones la vida me jugó una mala broma, pero ahora que ya superé todas esas circunstancias pienso que como todo en la vida, las cosas siempre tienen un objetivo. El año 2015 lo describiría como "exitoso", 2016 sería "aprendizaje", y es que es de los errores y de las malas experiencias es de donde se aprende realmente. Un punto muy importante de este semestre y que casi olvidaba fue ACEM, siglas de una asociación con un nombre demasiado rimbombante y largo, con un origen que aún me sigue siendo confuso pero el cual finjo entender (sonríe y asiente), pertenecer a su comité de educación médica "SCOME" ha sido una experiencia demasiado reconfortante, tener contacto directo con personas y transmitirles tu conocimiento sabiendo que en algún momento los vas a ayudar y beneficiar, tal vez no lo harás directamente, pro tu granito de arena fue depositado.

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